Un sermón de Padre Juan Sandoval
Año C, Adviento IV
"Mi corazón se regocija en el Señor ... Mi fuerza es exaltada en mi Dios ..."
¿Suena familiar? ¿Parece como unas palabras que han escuchado recientemente?
Pero esta cita no es del Cantico de María. Ni siquiera es de los evangelios. Es del Libro de Samuel. Lo canta otra mujer embarazada, Ana, la madre de Samuel, el gran sacerdote y profeta.
Ahora celebramos la visitación y anunciación a María. ¡Alégrense!
María no fue la primera mujer visitada por un ángel de Dios. Sarah, esposa de Abraham estuvo encinta como anciana de noventa años. Pero el Señor apareció y le dijo a Abraham que en el año siguiente tendrán un hijo. Sarah estaba riendo por oír esto ya que tenía 90 años y Abraham, 100 años. En el año próximo llego su niño, su hijo Isaac. Ana, otra descendiente de Abraham, no pudo concebir y tener hijos porque eso nos dice: "El Señor había cerrado mi vientre". Ana oró a Dios por un niño y el sacerdote, Elí le dijo que Dios escucho sus oraciones. Ana hizo un compromiso con Dios y tuvo Samuel. También, Elizabet era anciana cuando fue visitada por Gabriel. Ella fue madre de Juan el bautista. Para Dios todo es posible.
Con el tiempo, sin embargo, concibe y cuando dedica a su hijo, su único hijo, al templo, para convertirse en sacerdote, canta una canción.
En ambos casos, los hijos son poderosos, son humillados y los humildes se levantan. Dios está activo y actúa en el mundo. Y entonces estas mujeres cantan: "¡Mi corazón se regocija en el Señor!" “Engrandece mi alma al Señor”.
¿Qué haríamos si un ángel llega a ti y el ángel llegaba a traerle un mensaje de Dios y tenía una obra para ti? ´ Quizás tendrás miedo y no puedes dar una respuesta. Quizás saltas y dices He Aquí, dígame estoy listo.
Pues así comienza este evangelio con el ángel llegando a visitar María. María, una jovencita, una señorita que todavía no ha experimentado la vida. María que esta prometida a José. Ella tenía miedo cuando el ángel le trajo el mensaje de Dios. Tú serás la madre del Hijo de Dios, Dios encarnado. No solamente tenía miedo, pero también estaba confundida en el momento. Y como puedo ser Madre del Hijo de Dios si nunca he estado con un hombre. ¿Como será mi vida en esta cultura? ¿Me apedrearan? ¿Me rechazan?
El ángel le dijo ´El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que el santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. También tu parienta Elizabet va tener un hijo en su vejez. Porque para Dios nada es imposible. ´
María contesta aquí tienes la sierva del Señor. Que haga conmigo como me has dicho.
El Evangelio nos trae palabras familiares. Palabras que se hallan mucho en matutina y vespertina. Escuchamos el Cantico de María.
«Mi alma alaba la grandeza del Señor;
47 mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
48 porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava,
y desde ahora siempre me llamarán dichosa;
49 porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
¡Santo es su nombre!
50 Dios tiene siempre misericordia
de quienes lo reverencian.
51 actuó con todo su poder:
deshizo los planes de los orgullosos,
52 derribó a los reyes de sus tronos
y puso en alto a los humildes.
53 Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
54 Ayudó al pueblo de Israel, su siervo,
y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
55 Así lo había prometido a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus futuros descendientes.»
Este día es un día de alegría y de esperanza. María en unos días llega a la casa de Elizabet y la criatura en su vientre salto en acercarse a María. Llego Elizabet, llena del Espíritu Santo exclamo, bendita tu entre mujeres, y bendito el hijo que darás luz. También María proclama que los orgullosos, los poderosos y los ricos serán derrocados y que el hambriente será exaltada. Dios ve a todos, ve a los que no queremos o no podemos ver. María da gracias a Dios y nosotros debemos hacer lo mismo diariamente.
Dios puede cambiar todo, puede transformar todo y Dios siempre está con nosotros. Somos familia y esta temporada es tiempo de relaciones. Es tiempo para compartir la esperanza del mesías, la venida del salvador. Dios está muy vivo y está cerca.
El mismo Espíritu Santo que llego a María, llega a nosotros para purificar nuestra conciencia con su visitación diariamente. Por esto, damos gracias a Dios.
Digamos juntos la oración a María como intercesora nuestra.
Dios te salve, María,
Llena eres de gracia,
El Señor es contigo,
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.