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¡Arrepentirse!

Un sermón de Padre Juan Sandoval
Cuaresma 3  Año C

 

Recuerdo que cuando he subido montañas siento que me acerca más a Dios. No tiene que ser una montaña muy alta para ver todos los alrededores. Aquí en Georgia hay la montaña de Kennesaw. Cuando llegas a los más alto puedes ver por millas y millas. Hace muchos años que estuve en japón y subí la Montaña Fuji. En verdad no es montaña, es volcán. Pero es bastante alta, casi dos millas. Cuando llegamos al pico, estaba bien frio con nieve y una nube sobre ella. De esta montaña se puede ver tan lejos hasta el mar. No importa la altura de la montaña, se puede tener un sentido que estas más acerca de Dios. Ahí pude tener tiempo tranquilo. Mi favorita es cuando vivía en Colorado. Me encantaba ir a esquiar. Los montanas cubiertas con nieve, hacia frio y cuando llegaba al comienzo de la sendera, estaba bien quieto y tranquilo. Estar ahí con Dios, hablar con Dios y acercarme con Dios. 

Moisés vio en la montaña una zarza que tenía un fuego, pero no se quemaba. Él subió a la montaña, Dios le hablo. Dios conocía el sufrimiento de los hebreos en Egipto. Moisés recibió lo que debía hacer para sacar los hebreos bajo del faraón. ¿Piensan ustedes que los hebreos eran pecadores? Se portaron muy mal cuando estaban esperando a Moisés. Hicieron cosas inmorales y contra las leyes. ¿Piensan ustedes que eran más pecadores que otras naciones? Por las palabras de Dios, Moisés les digo que no, pero si no vuelven a Dios, también morirán. 

Jesús subió a la montaña con Juan, Santiago y Pedro. Subió para orar a Dios. Recuerden que cuando subió se transformó su rostro y su ropa brillante. Luego habló con Moisés y Elías. Era su tiempo de cambiar y transformarse. Había una nube alrededor de la montaña y luego oyeron una voz que dijo, ¡Este es mi amado Hijo, escúchenlo! 

El mensaje de estas palabras es, arrepentirse. Transformar o cambiar la vida. 

Jesús se dirige a quienes hemos sobrevivido hasta ahora. No debemos confundir nuestra buena fortuna con la bendición especial de Dios. Jesús lo repite dos veces para enfatizar: «Si no se arrepienten, todos perecerán como ellos». 

Perecer tiene un doble significado. Podemos perecer tanto exteriormente como interiormente: la muerte concreta del cuerpo y la muerte abstracta del alma. Como oramos en la colecta del día: Guárdanos tanto exteriormente en nuestros cuerpos como interiormente en nuestras almas. 

En la colecta de hoy nos da palabras fuertes e importantes. Escuchen, 

Dios todopoderoso, tú sabes que en nosotros no hay poder para ayudarnos, Guárdanos tanto exteriormente en cuerpo como interiormente en alma, para que seamos defendidos de todas las adversidades que puedan sobrevenir al cuerpo, y de los malos pensamientos que pueden asaltar y herir el alma, por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. 

Dios de misericordia, justicia y amor siempre estas con nosotros, siempre estas donde caminamos. Nosotros en esta temporada de Cuaresma, el tiempo de arrepentirse a Nuestro Señor, y confesar nuestros pecados y cambiar la vida. 

He visto cuando personas de la iglesia o personas no de una iglesia, que llegan a consolar a sus prójimos. llegan para acercarse a la persona, darle un abrazo, traerle comida, llamar la persona por su celular y visitarlos. Dios está allí en ese momento, en ese tiempo cuando hay la necesidad de su ángel. Sí, cado uno de nosotros podemos ser mensajeros de Dios en tal momento, en tal situación. 

Hoy, Jesús nos dice que sí, cosas pasan, no por Dios, pero solamente por el tiempo, no por los pecados. Como los pecadores en Siloé cuando se calló la torre encima de ellos. ¿Era porque eran más pecadores? No les digo que no, pero si no vuelven a Dios, también morirán. 

La carta de Pablo a los corintios, en cambio, describe un momento en que Dios castiga a quienes han fallado en su fidelidad, ya sea por pecados de idolatría, inmoralidad sexual, por poner a prueba a Cristo o por quejarse. Pablo, escribiendo a una congregación predominantemente gentil en una ciudad diversa, responde a una carta perdida de los corintios que pedía orientación sobre varias disputas. 

Esas faltas de fidelidad que Pablo enumera podrían ocurrirle a cualquiera persona. Todos vagamos por el desierto. Pablo podría estar pensando en la parábola de la higuera estéril cuando escribe: «Dios es fiel, y no permitirá que sean probados más allá de nuestras fuerzas, sino que con la prueba también proveerá la salida para que puedan soportarla». Dios es paciente, perdonador e incluso esperanzado para la humanidad. 

Jesús nos habla de la higuera en el Evangelio. Nosotros somos como la higuera, quizás somos buenos, quizás somos bonitas o guapos, pero todavía somos pecadores. Como el jardinero que aflojo la tierra y dio alimentos al árbol para que diera fruta, también nosotros pecadores necesitamos ayuda del jardinero celestial para dar fruta en este mundo. Si arrepentimos y cambiamos nuestra vida para hacer la voluntad de Dios, para ayudar los enfermos, pobres, desamparados, ciegos, cojos, viudas y huérfanos. Así podemos ser ángeles, mensajeros de Dios en la tierra. Casi todo el mundo y muchas naciones han dado ayuda, han enviado sus oraciones por estas personas en su tristeza, dolor y crisis. 

Dios de misericordia, justicia, bondad y amor siempre estas con nosotros, siempre estas donde viajamos. Nosotros en este tiempo de cuaresma, es el tiempo de arrepentirse a Nuestro Señor, y transformar la vida. 

Dios nos quiere mucho, nos ama tanto que dio su propio Hijo, Jesús por nuestros pecados. No solamente nos dio el ejemplo de Jesús, pero dio su vida para que nosotros tuviéramos vida eterna y perdón de los pecados.

Esta temporada de la Cuaresma es nuestra oportunidad de cambiar la vida, nuestra vida y su relación con Dios. Comiencen hoy, porque no sabemos cuándo será el día o la hora, o que pasara mañana. Sean preparados para todo que viene en esta vida terrenal para también estar listos para la vida eterna. Así podemos ser ángeles, mensajeros de Dios en la tierra. AMEN